NOSOTROS, COMUNICADORES POPULARES, ANTE EL MODELO
Quizá más de una vez el lector habrá podido observar que, en actos culturales y artísticospopulares, el compañero al que le toca oficiar de presentador o animador -así sea un militante debase con alto grado de compromiso— tiende a imitar en su actuación los recursosmanipuladores del animador profesional de los shows de la televisión. "Pantallea". Fuerza a lagente a aplaudir una y otra vez a los artistas populares que presenta, reclama a gritos que se losaplauda con más vigor, grita consignas y exige compulsivamente que el público las coree...
Mencionamos este ejemplo trivial (o acaso no tan trivial) para sugerir que, aunqueconscientemente lo critiquemos y rechacemos, el modelo de comunicación dirigista está tanpresente en la comunicación masiva y en tantas otras manifestaciones de la sociedad, que acasolos comunicadores populares no siempre seamos inmunes a su influencia. La tentación demanipular reviste el atractivo de aparecer como el medio más eficaz y más rápido de lograr unresultado; y siempre se lo puede justificar en función de ese resultado.
Más que denunciar indicios, creemos que éste es un tema de reflexión para que cada lector -omejor, cada grupo— lo medite y lo discuta. ¿En qué medida nos vemos reflejados en el modeloeducativo que se acaba de describir? ¿En qué medida, consciente o inconscientemente,reproducimos en nuestras producciones de comunicación el tipo de pedagogía que pone elénfasis en los efectos? La pregunta queda abierta para que todos analicemos, con honestoespíritu autocrítico, nuestra concepción y nuestro estilo de trabajo.
Aportamos tan sólo algunas pistas para esa reflexión.
Aun cuando no apelemos a recompensas materiales ni fomentemos el individualismo y lacompetencia, podemos caer en parte en esta concepción dirigista cuando:
* Damos más importancia a los EFECTOS inmediatos de nuestras realizaciones y accionesque al PROCESO de los participantes y así forzamos resultados sin respetar el ritmo decrecimiento de nuestros destinatarios y su libertad de opción.
* Confundimos COMUNICACIÓN con PROPAGANDA y reducimos nuestro trabajo decomunicación a tareas de "agitación" a slogans, a campañas, a consignas.
* Asignamos más importancia a la CANTIDAD que a la CALIDAD; contabilizamos adeptos,adherentes, lectores, espectadores, oyentes por su número y no analizamos si han captado ycomprendido el significado de su compromiso.
* No consideramos a nuestros destinatarios como PERSONAS sino como MASAS a las quea nosotros, los "dirigentes lúcidos y esclarecidos", nos toca "conducir".
* Planificamos el contenido de nuestros medios de comunicación, nuestras campañas, etc.,nosotros solos, por nuestra cuenta, sin dar participación a la comunidad; y reducimos la"participación" de ésta a que asista a nuestros actos, lea, vea u oiga nuestros mensajes y ejecutelas acciones que nosotros hemos programado.
* En nuestros mensajes, buscamos sobre todo "impacto", apelamos a los EFECTOSEMOCIONALES más que a los CONTENIDOS RACIONALES; y apabullamos a losespectadores con imágenes y estímulos afectivos sin facilitar su propia reflexión, su propioanálisis
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